
Y si no me felicito yo, ¿quién?
Con el comienzo de abril, cumplí un mes de asistir religiosamente a las clases de pilates. Sí, ya sé que para algunos esto puede resultar una nimiedad, una pavada o hasta un placer. Pero no para mí, que tengo colgada al lado de mi escritorio de trabajo, mi frase de cabecera preferida: "Mi único deporte es dejarme golpear por el agua de la ducha cada mañana" (Pepe Blanco).
No para mí, que probé yoga, steps, aqua gym y otras varias formas de mantener el cuerpo en movimiento, y que no llegaba a la segunda clase.
No para mí, que en el secundario -y merced a certificados truchos- lograba eximirme de gimnasia.
Pero lo que no pudo el placer o la voluntad, lo pudo el traumatólogo, diciéndome que si no empezaba ya mismo con algo, mi hernia lumbar terminaría en un quirófano.
Y acá me ven, asistiendo todos los martes por la mañana a las clases de pilates, rogándole a la profesora que tenga piedad de mí y tratando de suspender lo menos posibles las caminatas aeróbicas que me empujan a hacer mis amigas Claudia y Norma los lunes, miércoles y viernes.
Sí, ya sé, debería también abandonar las danzas de la lluvia, que también practico religiosamente en esas fechas, para que las inclemencias del tiempo no me hagan sentir tan culpable de suspenderlas...).
!!!! FELICITACIONES!!! Pero seguí trabajando ese hermoso físico para un futuro feliz y saludable.Besos Má
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