lunes, 19 de abril de 2010
El viejo truco
Sí, desde hace rato ya me di cuenta de que el rollo de papel higiénico viene con menos metros que antes, que las rebanadas de pan lactal son cada vez más pequeñas y que lo mismo pasa con las galletitas y con miles de productos más, mientras siguen aumentando disimuladamente de precio. Pero mi karma son los guantes de goma.
Para cuidar mis manos, no lavo ni un vaso sin usarlos. ¿Pero puede ser que por el sólo hecho de acariciar la esponjita con detergente, día por medio los guantes terminen agujereados? Y ojo que no estoy hablando de guantes marca "Pirulín". Mi esmero en el cuidado de mis manos me lleva a comprar guantes de primera calidad que después de -a lo sumo- dos días de labor, terminan enrollados en la basura.
Mi marido opina que saldríamos ganando si pusiéramos una fábrica de guantes de goma. Yo opino que los fabricantes ponen especial cuidado en adelgazar el material en la zona de los dedos, para que no resistan más de dos días de uso.
Eso sí, en la pileta de mi cocina no existe la rutina. Cada dos días, mis manos se visten de otro color.
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