Tarde de brujas...

... con abanicos y velas. Y no era Halloween. Fue otro encuentro con Sandra y Norma para ejercitar la lengua (que de un tiempo a esta parte es el único ejercicio que hago, junto con el de ducharme cada mañana...) como lo hacíamos en nuestros tiempos de medias tres cuartas azules y delantal de secundario.

Estos encuentros, de una vez por mes o algo más espaciados, suelen servirnos para ponernos al día con nuestras cosas... y con las cosas de los demás. Pero el de hoy fue realmente una "tarde de brujas": una lluvia torrencial de fondo, el cielo cada vez más oscuro, la luz de la casa de la anfitriona (hoy le había tocado a Sandra preparar el café) que se cortó intempestivamente para no volver, unos vecinos llamando encerrados desde el ascensor, nosotras iluminadas con la única vela de la casa añorando la compañía de los ventiladores que nos miraban inmutables, el agua que se filtraba desde la terraza... en fin, terminamos partiendo Norma y yo bajo la lluvia, con la satisfacción de haber chusmeado a más no poder y cada una con sendas bolsas repletas de comida del freezer, a la espera de que vuelva la luz allí (y que no se corte por aquí...).