domingo, 25 de julio de 2010
Abran paso que acá vengo yo
Es cierto, a veces -por no decir siempre- vivo "a los cuetes", corriendo de acá para allá, tratando de ganarle una carrera al reloj.
Esta semana salí de casa a eso de las nueve y cinco para tratar de llegar un poco antes de las nueve a mi clase de pilates. Imposible. Me crucé, en el camino, con el encargado de casa, los encargados de la cuadra, el dueño de la ferretería de la vuelta, la moza del bar de la esquina y el diariero, a quienes saludé educadamente.
Pero... ¿puede ser posible que NINGUNO me haya podido avisar que de mi buzo colgaba un broche? ¿Tuve que vivir el papelón de que me lo advirtiera un buen hombre que se paró al lado mío esperando que el semáforo nos permitiera cruzar la calle?
Una de dos: o dejo de ponerle broches a la ropa en la soga o empiezo a hacer las cosas con un poco más de calma.
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jajajaj Rosi no podés, no podés jajajaja!!!
ResponderEliminarPor lo menos si el broche hubiera sido del mismo color que el buzo quizás se mimetizaba.
Mirá el lado positivo, lo tuyo fue ARTE como dice la Minujín.
Besos
NOR
Bueno que suerte que yo no soy la única que me pasan estas cosas.JaJaJa...Creo que la solución la tenés en casa:los rollers.Besos.Má
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