lunes, 7 de junio de 2010

Una raya más al tigre


El viernes pasado fuimos al local Claro del Alto Palermo para solucionar un tema con el celular de mi hijo. Al entrar, nos recibió una máquina que daba unas cinco opciones (no recuerdo todas, pero algunas eran "Clientes", "Empresas", "Reparación de equipos", "Compra de equipos" y cosas similares). La idea es que uno elige la opción correspondiente y aguarda ser atendido.

Nosotros éramos "Clientes". Teníamos el número 187 y nos dispusimos a esperar nuestra turno. Cuando llegó el 186 suspiramos aliviados: faltaba poco. Pero no. La atención, según le explicaron a otro cliente que, como nosotros, se sorprendió del sistema que usan, es por riguroso orden de llegada, sin importar para qué ítem saca número cada persona.

Nos miramos sin decirnos nada. No podíamos entender a quién se le pudo haber ocurrido un sistema tan estúpido. ¿Y por qué #$%&* no dan un sólo número, para que uno vaya calculando cuánto tiempo le falta por esperar?

Al lado de esto, el problema por el que fuimos pasó a segundo plano: Claro decidió, sin motivo alguno, cambiar el número de plan de mi hijo por un tema interno administrativo, pero no sus beneficios... con la excepción de que por quince días cursará un período sin los beneficios del plan viejo y sin los beneficios del plan nuevo (léase, sin número gratis para mensajes ni para llamadas). La solución que nos propusieron es que compremos tarjeta hasta ese entonces.

Mientras, seguimos comiendo vidrio.

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