jueves, 10 de junio de 2010

Jorge


Lo conocí en el ‘84, cuando gané un "concurso de crucigramación" que organizó Ediciones De Mente y el premio fue un curso de crucigramas y afines. El era, junto a Eduardo Gimenez (autor de la foto que ilustra este post) uno de los Jefes de Redacción de la editorial y al poco tiempo de conocerme, quiso que trabajara para él, como Redactora. En seguida quiso que fuera su Secretaria de Redacción. Trabajamos juntos un montón de años. Muchas de las cosas que sé, las aprendí de él. Nos admirábamos mutuamente. Y prueba de ello, son la infinidad de notas, dedicatorias y cartitas que me fue escribiendo mientras compartíamos la oficina:

En un día de la secretaria, armó una tarjeta con mi foto afuera y su foto adentro. Escribió junto a la mía:
"Para la mejor secretaria del mundo..."
y junto a la de él:
"... del mejor jefe."

En la primera página del libro "Fauna" de su autoría, que me regaló:
"A la inigualable Andrea, dechado de virtudes, con mucho cariño, no exento de admiración"

En una hojita del taco del calendario del escritorio, alabando unas frases publicitarias que redacté:
"¿En qué agencia laburás, piba?"

No le gustó que me casara. Estaba enojado, decía que yo era muy inteligente para casarme. Estuvo presente en el civil, y cuando la gente de la editorial le preguntó como era mi marido, sólo se le ocurrió responder "Zurdo" (haciendo obvia alusión a que firmó con la mano izquierda).

Cuando me cambiaba el corte de pelo y me dejaba el flequillo, él me lo tiraba para atrás. Decía que no tenía que esconder mi frente, así como tampoco escondía mi inteligencia.

Me llamaba "Tweety", por mi voz finita.

Quizás no todos sus comentarios fueran ciertos. Pero nacían de la admiración y el afecto que nos teníamos.

Se llamaba Jorge Varlotta. En realidad su nombre completo era Jorge Mario Varlotta Levrero. Firmaba sus libros como Mario Levrero y sus artículos como Jorge Varlotta. Murió en el 2004, justo el día de mi santo, de algo que podría haber evitado.

Ayer entré al cuarto de mi hijo y lo encontré tirado en la cama, leyendo un libro que su novia le había prestado: "El lugar", un texto que Jorge publicó en 1982.

Lo miré, le conté de él, le mostré las dedicatorias que aún conservo y no pude evitar emocionarme. Cosas de la vida.

1 comentario:

  1. No hay duda que Jorge sabía reconocer a las personas...y hoy desde donde descansa estará muy contento de no haber sido desfraudado.Besos.Má

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