domingo, 14 de marzo de 2010

Madrugada de terror


Esta madrugada, mientras nosotros dormíamos, Matías llegó y al pasar por la cocina pegó un grito: una rata había entrado por la ventana del lavadero. Según parece, el susto fue mutuo y ella terminó escondiéndose dentro de la oficina. En ese mismo momento, los dos hombres de la casa entraron a la oficina para buscarla, pero la búsqueda fue infructuosa. Se decidió, entonces, dejar la oficina cerrada y a la mañana comprar veneno o algo así.

Al despertarnos y entornar la puerta de la oficina, el aserrín que había junto a la entrada nos confirmó que esta inmundicia había pasado la noche en nuestra casa. Volvieron a entrar para buscarla, y nada. Compré veneno, y nada. Matías entonó bellos temas en su pequeña flauta, intentando emular al flautista de Hammelin (ver foto). Y nada. Finalmente compré una trampa y un pedacito de queso para rallar. Algunas horas después, allí estaba, la inmundicia decapitada.

Final feliz para la madrugada de terror. Según nos cuentan vecinos y conocidos, este tema es algo que se repite, porque las tipas estas suben a los balcones y ventanas agarrándose de los cables. Y he aquí mi inquietud: ¿sobreviviremos así, con TODAS las ventanas de la casa cerradas, para que esto no vuelva a suceder?

3 comentarios:

  1. que asco! me cargan los ratones!!! yo que tu cierro las puertas y ventanas... o me compro un "gato eléctrico", los conoces? son unos paratos que se enchufan y emiten un sonido inaudible para los seres humanos pero que espanta a las ratas... eso puede ayudar y evitar que tengas que dejar la casa sin ventilación...
    un abrazo

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  2. Kala! Gracias por visitar mi blog! Y no, no conozco a los gatos eléctricos pero me encantaría tener uno, ¿Dónde se venden? Un beso

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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