miércoles, 13 de octubre de 2010
Dulce amargo
Hace algunos fines de semana, con mi media naranja nos dimos el gusto de irnos a Mar del Plata (ayudados con los puntos que sumé en el supermercado Disco, que nos obsequió con la estadía en el Sheraton).
En el viaje de ida, cual acto religioso, nos detuvimos a desayunar en Atalaya. Pedimos un desayuno completo para cada uno (que comprende un café con leche, tres medialunas, manteca y dulce de leche). Grande fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos con que para los dos, el desayuno constaba de un solo dulce de leche (en el envase de plastiquito rectangular cubierto con una tapita metálica, como los que usan para las mermeladas). Obviamente pedimos otro más. Cuando llegó la cuenta, al precio de los dos desayunos habían agregado "porción de dulce de leche, $6".
¡Seis pesos por una mini porción de dulce de leche que sólo alcanza a cubrir una o dos medialunas!
Nos fuimos con la idea de que el mozo que nos atendió nos había... tomado el pelo (por ser fina). Al regresar, el acto religioso fue la merienda. Y nos volvió a pasar lo mismo.
No es que yo sea una tipa que vive quejándose por todo -aunque eso parezca leyendo mi blog- pero... ¿no es una tomada de pelo servir un mini recipiente para dos personas, de manera que se vean obligadas a pedir uno más y cobrar semejante locura por otro mini recipiente?
Y otra duda, ¿qué le sirven a una persona que va sola? ¿Una cucharadita para que la chupe?
sábado, 2 de octubre de 2010
Y sigue la truchada
Y como bien dicen que "el que avisa no es traidor", quise comunicarlo al menos por este medio, para prevenir a quienes les interese o estén buscando una escuela de manejo.
Retomo desde donde dejé en el post anterior: Habiendo terminado el curso (por el cual abonamos los $590 avisados con anterioridad más los $162 por la clase extra, ya que no alcanzó una clase para aprender marcha atrás y estacionamiento), me dí cuenta de que finalmente había pagado lo que el ACA nos pidió por el curso sin ser socios. No aceptamos porque nos pareció caro. Al concurrir a la clase teórica, Matu se enteró de que por las cuatro hojas fotocopiadas con el texto tenía que abonar $8 (¡$2 pesos la página fotocopiada, que usualmente sale $0.20 y ni que hablar de hacerlo en cantidad!).
Pero el tema no terminó ahí. Habíamos acordado que él rendiría el examen con un auto de la escuela, ya que estaba acostumbrado al mismo porque era igual al que usó para aprender. Ahora, al finalizar el curso, nos enteramos de que sólo puede rendir un jueves por la mañana, que es el día en que alquilan sus autos (obviamente no gratis, sino con previo pago de $160) y dentro de los próximos 15 días. Caso contrario, se vería obligado a tomar otra clase para refrescar conocimientos (y abonar otros $162, lógicamente).
¡TRUCHOS ESTAFADORES!
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