viernes, 20 de febrero de 2009
Rosa
Cuando nací, y por ser la primera mujer de la familia, mi abuelo pidió que me pusieran "Rosa". Mamá decidió agregarle "Andrea" porque Rosa solo no le gustaba. Siempre odié llamarme Rosa, a tal punto que lo terminé ocultando. Pero de chiquita (parece ser que apenas tenía dos años) creía que Sandro había escrito su "Rosa, Rosa" especialmente para mí. Me regalaron el simple, que pedía que me pusieran hasta el cansancio, me paraba frente al mueble de madera donde estaba el tocadisco y escuchaba a mi ídolo cantar, con mis dientitos apoyados en el borde del mueble. Así fue que, cuando lo vendieron, se llevaron también las marquitas talladas.
Pasó el tiempo y me convertí en una de esas "nenas" que, en grupo de amigas, íbamos a todos sus shows para deshacernos escuchando sus canciones y susurros y para gritarle cosas. Una de ellas una vez comentó algo muy cierto: muchos hombres, que durante la semana van atildados y con saco y corbata a trabajar, se desatan los domingos en la cancha gritando improperios. Nosotras hacíamos otro tanto: trabajamos prolijamente vestidas, vivimos a pura discreción, criamos hijos, hacemos compras, cocinamos, vamos a reuniones donde charlamos sobre cine, libros, política o lo que sea... y una vez cada tanto, nos desatamos en esos recitales, esperando que cante "Te quiero" para gritarle "YO TAMBIEEEEEENNNN!!!!" o que susurre "Quieeeero llenaaaaarme de tíííí" para contestarle "¡YO MAAAAAAAAAS!", paradas como desaforadas y con los brazos extendidos como si estuviéramos solas en una isla viendo un helicóptero acercarse.
Ahora el pobre anda de última... Se lo extraña. Ojalá se salve. Este es mi homenaje.
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Fuego contra fuego
(Sandro)
Tengo un beso encadenado entre mis labios
Y la llave de ese beso está en tu boca
Mira mi alma con que dolor te implora
Desencadena esta pasión devoradora
Que sin piedad me oprime el corazón.
Como una roca, como un volcán,
Apagado para siempre
Me resigné a vivir en la razón y la cordura
Sin permitirme jamás una aventura
Pero fue tu mejilla y aquel roce, mi niña,
Que desataron en mí el delirio y la locura.
Se despertó el volcán que aún dormía
Fuego contra fuego, lava candente
Corazones que arden, sol en tinieblas
Y mi última sangre es un torrente.
Abro los ojos y recorro calendarios
Con la pequeña ilusión que sea cierto
En la lista de partida estoy primero
Desencadéname este beso prisionero
Libérame este beso nada más
Y después, y después muero.
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¡No! ¡No te mueras nunca! Aaaahhhhhhh......
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A mi tambien me dió rabia deshacerme de ese combinado que hasta el día de hoy no se porque se fue.Besos Ma
ResponderEliminarAY Rosa Rosa!! compartimos esa devoción por Sandro.
ResponderEliminarLo fui a ver dos veces al teatro, una vez por Corrientes, en el auto fitito de mi viejo, paró él y sabés que nos regaló?? Una hermosa y amplia sonrisa, es un ídolo y ruego a Dios pueda estar bien!! Avanti Gitano que vos podés!!