sábado, 15 de junio de 2019

La vida es un boomerang



Los otros días veía a una chiquita -que intenta hacerse espacio en el mundo del espectáculo a fuerza de escándalos varios- quejarse de que sus compañeras de trabajo le hacían bullying. Y recordando otras épocas de su vida, comentaba que tuvo que cambiar tres veces de escuela porque también en aquellos tiempos sufría de discriminación.

Quiso el destino que la mamá de esta chiquita compartiera conmigo la escuela. Y no unos años. Fui la única que la “sufrió” desde jardín de infantes hasta el último día de la secundaria. Aquella adolescente con nombre de flor vivía tomándole el pelo a las chicas que no eran -o no éramos- como ella. Y obviamente siempre encontraba seguidoras que terminaban funcionando como su séquito y que disfrutaban de sus maldades.

Hace algunos pocos años, en una reunión de ex alumnas, apareció. Y le di el beneficio de pensar que quizás con la adultez hubiese cambiado, que la haya hecho reflexionar, que se haya convertido en una mujer con más sororidad y empatía. Pero no, no solo descubrí que seguía como entonces sino que utilizó gran parte de la reunión en recordar a las carcajadas las maldades que hacía con compañeras que no tenían su manera de ser o de pensar. Incluso invitó a una ex integrante de su séquito que no terminó el secundario con nosotras (la reunión se desarrollaba en su casa y conservaban la amistad), supongo que para que comparta sus chanzas y vea en qué se transformó cada una de sus ex compañeras de escuela.

En fin, lo lamento por la chiquita, pero esto demuestra algo que siempre pienso. No hay duda que la vida es un boomerang, que existe el karma, que hay fuerzas invisibles que intervienen en nuestro ser.

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